La importancia de esta estrategia consiste en que la historia, durante todo el siglo XX, había posicionado a esta ciudad como una urbe estrictamente industrial y de intereses comerciales internos - poco qué ver con el turismo -, azotada además por una crisis social extrema en la década de los 80 del pasado siglo, todo lo cual no permitía que se la viese como destino turístico de primer orden y, peor aún, una urbe a la cual los medios internacionales de comunicación, especialmente los estadounidenses y europeos, llegaron a catalogar como la ciudad más violenta del mundo.
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